UNIVERSIDAD ALFONSO REYES
Carrera: Formación Infantil
Materia: Pedagogía I
Tema: Métodos de Sócrates
Maestra: Lic. Karina Valencia Ramos
Alumna: Danitza Esmeralda López Mendoza
Matrícula: F-3926
Tetra: 2
Fecha: 6 de Enero del 2014
INTRODUCCIÓN
¿Quién era Sócrates?
¿Cuáles eran sus métodos de enseñanza? ¿Era él un sabio o un filósofo? ¿Cuáles
eran sus creencias? ¿Cómo fue su muerte?
Este ensayo lo
responderá.
Se hablará sobre el
conocido como padre de la filosofía, Sócrates, nacido en Atenas, hijo de
Sofronisco, un escultor, y de Fenareta, una comadrona (Persona que se encarga
del cuidado de la salud de las mujeres embarazadas).
Sócrates tuvo una
educación tradicional en literatura, música y gimnasia. Tiempo después, se
familiarizó con la retórica y la dialéctica de los sofistas (filósofos de la
antigua grecia).
Se verán los
distintos métodos de enseñanza que utilizaba Sócrates, como por ejemplo, la
ironía y la mayéutica.
Mencionaremos como
este hombre no se consideraba él mismo como un “sabio”, sino que decía que él
era un “filósofo” ya que esto significaba que era una persona que reconoce que hay
un montón de cosas que no entiende.
Así mismo se explicará por qué
Sócrates fue condenado a morir y cómo Critón quería ayudarlo a escapar, a lo
cual Sócrates se negó, dejándole a Critón una excelente enseñanza sobre cómo
vivir bien.
MÉTODOS DE SÓCRATES:
IRONÍA Y MAYÉUTICA
Hacia el año 450 A.C., Atenas se había convertido
en el centro cultural del mundo griego. Ya vimos cómo habían comenzado a
desarrollar sus teorías los primeros filósofos, llamados filósofos de la
naturaleza. A estos pensadores también se los llamó presocráticos, porque
justamente vivieron antes de Sócrates, uno de los tres filósofos más
importantes de la antigüedad, junto con Platón y Aristóteles. Sócrates nació y
vivió en Atenas (-470/-399) y fue quizás uno de los hombres más enigmáticos de
toda la historia de la filosofía. Pensemos lo influyente que ha llegado a ser
su pensamiento y sin embargo no
escribió nada en absoluto.
En sus enseñanzas, utilizó la IRONÍA, la REFUTACIÓN
y la MAYÉUTICA.
“La propia esencia de la actividad de Sócrates es
que su objetivo no era enseñar a la gente. Daba más bien la impresión de que
aprendía de las personas con las que hablaba. De modo que no enseñaba como
cualquier maestro de escuela. No, no, él conversaba. En el transcurso de la
conversación, solía conseguir que su interlocutor viera los fallos de su propio
razonamiento. Y entonces, podía suceder que el otro se viera acorralado y, al
final, tuviera que darse cuenta de lo que era bueno y lo que era malo.
Se dice que la madre de Sócrates era comadrona, y
Sócrates comparaba su propia actividad con la del arte de parir de la
comadrona. No es la comadrona la que pare al niño. Simplemente está presente
para ayudar durante el parto. Así, Sócrates consideraba su misión ayudar a las
personas a parir la debida comprensión (Mayéutica: Dar a luz) Porque el verdadero
conocimiento tiene que salir del interior de cada uno. No puede ser impuesto
por otros. Sólo el conocimiento que
llega desde dentro es el verdadero conocimiento.
Precisamente haciéndose el ignorante, Sócrates obligaba
a la gente con la que se topaba a utilizar su sentido común. Sócrates se hacía
el ignorante, es decir, aparentaba ser más tonto de lo que era. Esto lo
llamamos ironía socrática.
De esa manera, podía constantemente señalar los
puntos débiles de la manera de pensar de los atenienses. Esto solía suceder en
plazas públicas. Un encuentro con Sócrates podía significar quedar en ridículo
ante un gran público. Por lo tanto, no es de extrañar que Sócrates, a la larga,
pudiera resultar molesto e irritante, sobre todo para los que sostenían los
poderes de la sociedad. Atenas es como
un caballo apático, decía Sócrates, y yo soy un moscardón que intenta
despertarlo y mantenerlo vivo.”
Jostein Gaarder, “El mundo de
Sofía”
Contemporáneamente a Sócrates, aparecieron en
Atenas los llamados sofistas,
como consecuencia de la necesidad de los ciudadanos atenienses de aprender
el uso de la palabra como medio de participación en la naciente democracia. Estos
sofistas (en un principio Sócrates fue uno de ellos) eran maestros del discurso
y cobraban muy bien por sus servicios.
No pasó mucho tiempo hasta que Sócrates comenzó a
diferenciarse de los sofistas. En primer lugar, a diferencia de ellos, no
cobraba por sus enseñanzas, y por otro lado, no se consideraba asimismo como un
sabio, sino como una persona ignorante que podía aprender de sus
interlocutores. Le gustaba ser considerado “filósofo” y no “sabio”,
diferenciando así el querer alcanzar la sabiduría con el arrogarse tenerla.
Un filósofo es, pues, una persona que reconoce que
hay un montón de cosas que no entiende. Y eso le molesta. De esa manera es, al
fin y al cabo, más sabio que todos aquellos que presumen de saber cosas de las
que no saben nada. Y Sócrates dijo que sólo sabía una cosa: que no sabía nada.
¿Dónde residía para él la fuente de nuestro
conocimiento? En la razón,
por eso se lo considera como uno de los primeros racionalistas.
Todo lo que conocemos de Sócrates, es a partir de
Platón, uno de sus discípulos. Este filósofo lo presenta en sus diálogos
(Apología de Sócrates, Critón, Fedón, Banquete, Teeto) como a un maestro del
pensamiento, padre de la filosofía, capaz de despertar los espíritus a la
reflexión gracias a la búsqueda de la verdad y del conocimiento.
Acusado de corromper a
los jóvenes y de no creer en los dioses de la Polis, fue condenado a morir
bebiendo un fuerte veneno, la cicuta. En el diálogo Critón (escrito por
Platón) se ve a Sócrates condenado a muerte y visitado por Critón quien intenta
convencerlo de la conveniencia de escapar a su suerte.
Sócrates, estando en prisión, espera la ejecución de su sentencia, cuando
recibe la visita de Criton, su mejor amigo, quien lo instiga a evadirse.
Critón, le pide a Sócrates que le hago caso ahora y se salve, porque a
más de perder un amigo, mucho que no lo conocen bien, ni a Critón ni a Platón,
creerán que habiendo podido salvarlo, no quiso desenvolver dinero, no quiso
ayudarlo.
Critón teme de la opinión general, de lo que dirán si no intenta salvar a su amigo.
Sócrates le responde que no debe temer al vulgo, pues quienes obran al
azar, no pueden obra la prudencia o la imprudencia (liga al conocimiento con la
virtud: la rectitud de los actos derivan de la idea del bien). Solo hay que
atender las opiniones del entendido en la materia. No obedecerlas implica
perjuicios.
Critón le dice a Sócrates, que no esté preocupado por el ni por los otros amigos, temiendo que si huye de prisión, los sicofantes los acosen por haberlo sacado en secreto, y por esa causa, tener que entregar todo su fortuna, o sufrir todavía alguna otra pena.
Critón insiste con que debe escapar de la prisión y así salvar su vida.
El argumento por el cual Sócrates, responde a Critón porque debe atenerse a la condena que le impusiera la ciudad de Atenas, radica en el hecho de que lo justo, lo pactado, debe cumplirse inexorablemente.
Critón le dice a Sócrates, que no esté preocupado por el ni por los otros amigos, temiendo que si huye de prisión, los sicofantes los acosen por haberlo sacado en secreto, y por esa causa, tener que entregar todo su fortuna, o sufrir todavía alguna otra pena.
Critón insiste con que debe escapar de la prisión y así salvar su vida.
El argumento por el cual Sócrates, responde a Critón porque debe atenerse a la condena que le impusiera la ciudad de Atenas, radica en el hecho de que lo justo, lo pactado, debe cumplirse inexorablemente.
Durante toda su vida, Sócrates vivió sujeto a las leyes de Atenas, a las
que consideraba justas y con las que se comprometió, prefiriéndolas por sobre
las demás y sintiéndose orgulloso de su ciudadanía, como todo ateniense. Si se
fugara, estaría conculcando los compromisos contraídos con ellas, con las
cuales no se comprometió forzado, ni urgido a tomar una decisión en poco
tiempo, sino en 70 años. No es justo, pues, que por las circunstancias actuales
se deba incumplir la ley. El hombre de bien nunca debe obrar voluntariamente el
mal, ni burlar lo convenido justamente.
Para Sócrates, lo que más importa no es vivir, sino vivir bien; que el
vivir bien sea lo mismo que el vivir noblemente y el vivir justamente.
Si para Sócrates, el tener que salvar su vida, implicaría tener que pagar un alto precio, es decir “su propio destierro”, esto conllevaría que no podría continuar, en ningún caso filosofando (es decir; que para predicar hay que predicar con el ejemplo).
Si para Sócrates, el tener que salvar su vida, implicaría tener que pagar un alto precio, es decir “su propio destierro”, esto conllevaría que no podría continuar, en ningún caso filosofando (es decir; que para predicar hay que predicar con el ejemplo).
Para el griego, las leyes son lo justo, de carácter general (válida para
todos sin excepción) y casi sagradas. Si son respetadas, otorgan el carácter de
ciudadano ateniense (la patria es aquello a lo que nos resulta valioso
pertenecer).
Si las leyes se acomodaran a las necesidades de los particulares, no servirían, dejarían de ser justas. Si no son cumplidas por todos, pierden su fuerza, dejan de ser ley, por lo tanto el Estado, que se apoya en ellas, deja de existir.
Si las leyes se acomodaran a las necesidades de los particulares, no servirían, dejarían de ser justas. Si no son cumplidas por todos, pierden su fuerza, dejan de ser ley, por lo tanto el Estado, que se apoya en ellas, deja de existir.
CONCLUSIÓN
Después de lo visto,
podemos concluir que Sócrates fue un filósofo muy inteligente, él enseñaba de
una manera diferente, él no era como los demás maestros, para enseñar, él
conversaba.
Mientras hablaba con
las personas hacía que ellos mismos entendieran lecciones y se dieran cuenta de
lo que hacían bien y lo que no. Era por esto que muchos lo seguían y querían
hablarle.
Esta, en mi opinión,
es una muy buena manera de enseñar, ya que conversando se puede captar mejor la
atención de la persona a quien se le quiere transmitir el conocimiento y además
es más fácil de comprenderlo.
Lecciones como esta
fueron las que nos dejó Sócrates, que en la actualidad las seguimos recordando,
y algunos, aplicando.
Como se mencionó
antes, a él no le gustaba ser llamado “sabio”. Él reconocía que había muchas
cosas que no entendía, de ahí su famosa frase “Sólo sé que no sé nada”.
Al final de cuentas,
esto era lo que lo hacía más sabio que los demás que presumían saber mucho
cuando en realidad no.
Lo que a mí más me
impresionó fue la manera en la que aceptó su condena de muerte, la forma en la
que rechazó la propuesta de Critón sobre escapar, diciéndole que no podía
desobedecer las leyes que consideraba justas y con las que se había
comprometido, que lo que más importa no es vivir, sino vivir bien y que el vivir bien es lo
mismo que el vivir noblemente y el vivir justamente.
BIBLIOGRAFÍAS
http://www.siemprehistoria.com.ar/2010/02/socrates-la-ironia-y-la-mayeutica-para-llegar-al-conocimiento/
http://www.academiasocrates.es/socrates/mayeutica.php